martes, 3 de enero de 2012

Náufragos

   Solo quedan unos pocos. Todo el mundo que los ve los señala con el dedo, ya que destacan entre la mayoría por su ropa ajada y su barba de más de tres semanas. Nadan constantemente luchando contra las olas del mar que son las dificultades de la vida, en busca de una barca a la deriva para poder continuar vivos, salvados. Cada naúfrago tiene una barca ideal, por eso dejan pasar aquellas que no les llenan. Y cuando encuentran esa barca que llevan buscando tanto tiempo, se suben a ella y se sienten a salvo. Se ríen del resto de gente que se conforma con un madero podrido o con una barca que no les calza bien. Ellos prefieren sufrir algo más de tiempo en soledad hasta encontrar lo que buscan, porque la dicha que sienten entonces es mucho mayor que cualquier pedazo de felicidad del resto de hombres. Cuando un náufrago encuentra su barca no le importa nada más, vive por y para ella. Ella es su salvadora y por eso él la ama sin condición. Los naúfragos no buscan sus barcas en bares o discotecas. No saben donde buscar. Ansían encontrarlas por encima de todo, pero parece que ellas a ellos no. Por eso se sienten tan solos. 

lunes, 2 de enero de 2012

Atocha - Achota

Atocha


6:00 pm.
Nublado, casi de noche.
Frío, mucho.


   Un muchacho contempla desde el piso de arriba la estación. Tal y como va vestido, parece que haya salido de un campamento de 15 días con un grupo scout o algo así. La barba y las botas le delatan. Su mirada nerviosa se mueve al compás de sus dedos, golpeando la barandilla al ritmo de la música que proviene de sus auriculares. En una mano sostiene un teléfono móvil, en la otra un cigarro sin encender. Sus ojos se mueven rápidamente, de un lado al otro de la estación. Parece que busca algo o a alguien. De vez en cuando deja de observar el ir y venir de las gentes para encender su móvil con ansiedad, como esperando un mensaje. 
   De repente, con la mano que sostenía el cigarro da un fuerte puñetazo contra la barandilla. El tabaco desmenuzado cae al suelo y él lo observa como esperando que una simple hierba muerta solucione sus problemas. Nervioso, posa su mirada en el cartel de neón que indica la salida de los trenes hasta que da con el que busca. "7 minutos" susurra. 
   Mientras sigue escrutando la estación en su busca, un grupo de adolescentes chillan y gritan con alegría, celebrando la llegada de un compañero. Mira de nuevo al panel de los trenes, el suyo ya ha salido. Vuelve la cabeza hacia abajo y murmura algo: "no está, ya está". 
   Ahora, el muchacho parece mucho más bajito y pequeño, su rostro se ha vuelto taciturno y también le tiembla un poco el cuerpo. Saca un iPod del bolsillo de su abrigo, toca un par de botones y se dirige hacia las escaleras a paso lento. No tiene prisa. Esta noche está solo en casa, pero no le apetece ningún plan de fiesta. Seguramente se siente delante de su ordenador, escriba esta entrada y se tire tocando la guitarra hasta el alba, intentando terminar esa letra de aquella canción ya olvidada (en realidad no sabe que la terminaría una semana después, al igual que la entrada).


Achota


6:00 pm.
Llueve, es de noche.
Frío, mucho.


   Un muchacho empapado de arriba a abajo contempla desde el piso de arriba la estación. Parece que lleva tres días sin ducharse a juzgar por las botas y la barba. Además, lleva una ropa que parece un pijama. Jadea, ha debido de venir corriendo. A pesar de su terrible aspecto él parece estar contento. Tiene una sonrisa pintada en la cara que parece que no se le quitaría ni con aguarrás. De su mochila de tela ajada saca un móvil y lo mira durante unos segundos. Parece nervioso.
   Empieza a moverse de un lado a otro, intentando decidir que hacer. Bajar o quedarse donde está. Opta por la segunda y se apoya inclinado en la barandilla escrutando cada rostro de cada persona que camina por la estación.
   De repente, su cuerpo se endereza y fija la mirada en un rostro en concreto. Parece que aquella chica también le mira. Sonríen. Entonces él baja corriendo las escaleras. Con las prisas se le cae el móvil al suelo y se rompe. Lo recoge como sin darle importancia y continúa su carrera hasta abajo. 
   Una vez se encuentra en la estación la busca con ojos curiosos, intentando localizar y diferenciar su rostro del resto de la gente. Preocupado, se pregunta si ella habrá subido y se habrán cruzado por el camino... Cuando entonces la ve. Se dirige a ella a paso tranquilo, no quiere parecer desesperado.
   Al fin se encuentran y se funden en un abrazo eterno, de esos que te calientan todo el cuerpo y finalmente se besan. Un beso que detiene el tiempo. Todo se mueve a su al rededor pero ellos permanecen estáticos, son el sol y el resto del mundo los planetas que giran. Y ese beso dura y dura hasta que se separan, sonríen y sin aún decir palabra, caminan hacia la salida cogidos de la cintura.
   
   Dos mundos opuestos. Lo intermedio da miedo ¿Merece la pena? Amor por sufrimiento. Algunos dicen que el amor verdadero es el que dura para siempre y nunca da disgustos. Miedo otra vez ¿será lo mismo de nuevo? Impulsos, como manifestaciones del subconsciente, lo único que nos define realmente.


   Como bien habréis podido comprobar no se me da muy bien escribir en prosa. Ya dije en mi entrada anterior que no soy escritor, así que esta vez los Beatles son los que se llevan las palabras de mi boca:




If I fell


If I fell in love with you
Would you promise to be true?
And help me understand
'cause I've been in love before
And I found that love was more
Than just holding hands.

If I give my heart to you
I must be sure
From the very start
That you would love me more than her

If I trust in you, oh please
Don't run and hide
If I love you too, oh please
Don't hurt my pride like her
'cause I couldn't stand the pain
and i would be sad
if i new love was in vain

So I hope you see that I
Would love to love you

If I fell in love with you.