viernes, 6 de mayo de 2011

Crisálida cristalina

Me aposté contra la ventanilla de cristal mirando fijamente a la chica de ojos azules y pelo castaño, la que aparecía en mis sueños siempre tan risueña y feliz. Solo una ventana falsa cristalina es capaz de separar más que la distancia. Crisálida cristalina. Tan cerca y tan lejos a la vez ¿tan solo una ilusión? La actitud de mi querida bibliotecaria no era la de siempre, creí que después de tanto tiempo yendo a la misma biblioteca ya nos conocíamos lo suficiente como para que se abriera un poco a mi y reconociera su verdadera personalidad, la que ella y yo conocíamos desde siempre y no la que se escondía tras sus gafas con esa actitud tan sexy... Que por cierto ¿eran nuevas?

A través del cristal intento percibir todos sus movimientos: un desdén con la mano, un pestañeo, un mechón de pelo que le cae y se lo aparta... ¿Es el cristal acaso transparente del todo? parece que esta vez no. Bueno, los cristales pueden ser opacos; entonces se convertirían en espejo y en él me vería reflejado yo, lo cual tendría todo el sentido del mundo. Un espejo que refleja un "yo" desde un punto de  vista diferente, concretamente 180º diferente.

- Hola ¿qué tal? - dije sonriente en el mismo tono de siempre, alegre y educado, esperando a ver su reacción.
- ¿Tienes el carnet de estudiante? - me preguntó ella.
Atónito, le miré con los ojos como platos.
"¿Ya está?" - pensé - "¿Ni un "Buenos días"? o un "¿Qué tal llevas los exámenes?" "¿Ni siquiera un mísero "te quiero"?"
- Sí, cla-claro - tartamudeé aún impresionado, extendiéndole la mano con el documento.
- Bien, todo está en regla - me respondió ella - puedes pasar.

No me moví. Me quedé un rato ahí, mirándola. No sabría decir cuanto tiempo fue, solo se que sentí ira; ira y dolor. Con ganas de colgarla para siempre la penetré con mi dura mirada intentando averiguar que había detrás de aquellos ojos inocentes y tan llenos de maldad a la vez, deseando averiguar que decía su mirada tras sus gafas rojas y negras.

- ¿Qué? - me preguntó ella inquisitivamente al ver que no me movía.
"¿Cómo que "qué"?" "¿Acaso no me reconoces que eres capaz de mantenerte fria e impasible sin darme una razón para ello?" "¿Qué ha sido de ese "sacrificio" de saludarnos todas las mañanas?" "¡Yo lo sigo haciendo!" "¡¡Mírame y dime que sabes quien soy!!"
- Nada - le respondí yo fingiendo que todo era normal y que la avalancha de pensamientos que abordaban mi mente no se clavaban como agujas intentando salir - Me preguntaba si esas gafas eran nuevas.
- Ah... ¿estas? pues sí... me las compré la semana pasada, pero son por poco tiempo, me voy a poner lentillas - me dijo ella con total indiferencia volviendo la vista hacia el papel que tenía en la mesa.
- Lentillas... - susurré a la vez que me alejaba, quizás mi ausencia causara ese repentino interés que aún esperaba.

- Lentillas... - volví a asusurrar para mi mismo. "Solo espero que así me vea con otros ojos, los ojos de mi sueño. Unos ojos humildes y comprensivos con un brillo especial, ya fuera por el plástico de las lentillas o..."

No hay comentarios:

Publicar un comentario