lunes, 24 de octubre de 2011

Barroco, Clasicismo y Romanticismo.

Viajé hasta el desierto perfecto
para encontrarme con Bach.
Los pliegues de las dunas cambiantes
hacían de madera la complejidad.
El aparente orden reinante
no se excede, expresándose.
En la justa medida escrita
nada vuela, solo camina.

Continué mi viaje
hasta el glaciar más clásico.
Sus fríos vientos
me arroparon.
Puro, limpio y blanco.
De metal y agraciado.
Con la actitud de un infante
Mozart transmite su arte.

Sin pensarlo acabé
en un mercado atestado.
Una flauta interrumpía el clamor.
Dulce melodía llena de amor.
Una bella dueña del corazón
escuchaba atentamente la canción.
Lleno de expresividad y sentimiento,
Shostakóvich apagó el silencio.

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